Escrito por: Coño
Vuelvo de comprar el pan y mi compañera entrega el recado: “llamo el lulo”, es sábado, caluroso, los pronósticos no fallaron, mucho calor. La legua a esa hora todavía descansa, seguramente de la resaca del día anterior, de a poco las gentes en las calles. El negocio con teléfono de turno es donde la aurorita, me atiende el tian, amigo de infancia con quien compartimos cientos de caballitos de bronce, juego que hoy es solo historia igual que las chapas, el tombo, el alto, el mítico paco y ladrón, las tremendas pichangas en las calles, por esa época todavía de tierra. Hoy es todo cementó. Me contacto y la instrucción es precisa; “EN MI CASA A LAS CUATRO, NECESITO UN SONIDISTA PARA EL GRUPO, ATINAI?, si contesto, nos vemos.
Son las cuatro cuarenta y cinco, la palomita me recibe en la puerta, el salvador se entretiene con una diminuta hojita en el suelo, trata de tomarla. Siempre me ha sorprendido la energía que gastan los cabros chicos en cosas tan cotidianas para nosotros los adultos, pero tan significativas cuando se tiene casi el año de vida.
Inmediatamente sale de la casa el cien, amigo y uno de los vocalistas del grupo hip hop, Leguayork, la mano y el abrazo como siempre, me pregunta por mi vida y la conversa fluye entre la talla, detrás viene el lulo, como estai pregunta, siempre con el mismo animo como si hubieran pasado muchos días sin vernos. ¿Cuál es la idea?, disparo inmediatamente, y termina la instrucción primera, las perillas y micrófonos son nuestra mejor arma me dice, así que usted tiene la responsabilidad de resguardarlas con celo, sigue con las indicaciones rutinarias y partimos.
El destino primero es la villa sur, por primera vez conozco el recorrido de la H09 mas allá de la gran avenida, hacemos trasbordo y el aire es cada vez mas agobiante, mas con el nerviosismo de esta nueva aventura, nueva porque es muy distinto preocuparse del sonido de una banda reconocida en cuyas manos recae la responsabilidad de la calidad, a mover perillas en eventos ocasionales como era mi caso. Llegamos al punto, pues hay que esperar a los productores del grupo. A esa altura la duda intermitente era cual seria el rol el hijo mayor del lulo el isa como le dicen, en la tocata. Más tarde lo entendería.
Mientras esperábamos trataba de reconocer el paisaje, esa misma villa me había acogido en los ochentas entre penumbras, pero me resulto imposible ubicar el lugar donde estábamos, llegan los productores y caminamos al evento un par de cuadras al sur. Entre departamentos se encontraba una multicancha, a medida que nos acercábamos el nerviosismo aumentaba, pues la bulla de la amplificación se hacia cada vez mas cercana.
Son las seis de la tarde con treinta y la animadora cuando nos ve ingresar comenta al micrófono:”Y RECUERDEN QUE LUEGO VIENE EL GRUPO LEGUAYORK”, el vitoreo de la gente que estaba apostada allí no se hizo esperar, debo confesar que nunca me había sentido tan observado, muchos ojos se pusieron de acuerdo para espiar cada uno de los movimientos que hacíamos. Me presentan al sonidista a cargo y me muestra la mesa, me tranquiliza saber que algo conozco de las mil perillas que hay en el aparato. La presentación esta programada para las siete y pico. Siento el nerviosismo del cien y el lulo, pues las pistas las trae el otro integrante llamado homer, que se supone debiera haber estado allí, cuando llegáramos. El lulo llama por teléfono, el piloto se vino por otra ruta y viene con retraso, las caras acusan el famoso plan B, se desenfunda de la mochila entonces el computador portátil, que trae el resguardo. Se programa el sonido que trae la pequeña maquina y se logra la tranquilidad por un par de minutos, pero el nerviosismo irrumpe de golpe, falta el pequeño cable de transmisión de los sonidos. A esa altura del partido ya empiezo a notar cierto enfado y puteadas. Nadie tiene el maraco cable y sin pistas ni cable no hay presentación. De pronto hace su entrada triunfal el muchacho con un dejo a Jon lennon, entre tallas es recibido e inquirido por no hacer caso a las instrucciones de trayecto, el homer saca entonces el disco compacto con el precioso material y la paz invade el ambiente sobre todo al lulo, quien por lo que me di cuenta, es en extremo detallista, tiendo a pensar que gracias a eso, leguayork a trascendido. Necesitamos cinco micrófonos compa, cuatro para voces y el otro para el saxo, ¿cuatro?, mis ojos solo reconocían a tres integrantes cantantes, el lulo, el cien y el homer, y el cuarto? Para el isa me dice el lulo, a el hay que controlarle con mas sigilo el audio, vale. A cinco minutos de salir a escena, miraba al niñito de diminutos ocho años cálculo, mientras jugaba, y su preocupación máxima era romper y romper un diario que pillo en algún lado y lanzar los pedacitos para que el tibio viento de esa tarde los acogiera y se los llevara. Me dio la impresión que en lo que menos pensaba era como hacer lo que tenia que hacer en el escenario, lo entendí, enajenado absolutamente de cantar con el grupo, su preocupación era sacar y sacar pedacitos del diario que había encontrado.
Dan el aviso de entrada y me dicen que le pase el micrófono al Isaac, el lulo lo inquiere y este deja el diario y toma el instrumento con
absoluta normalidad y lo que es mejor tranquilidad. Ahora le dicen, y el niño es el primero en entrar a escena haciendo un sonido con su boca (BEAT BOX), seguido entra el cien con la misma tarea y empieza el rapeo infinito del lulo, la ovación se abre paso en el lugar. El niño del cual dudaba es entonces por un rato la estrella del evento, admirado absolutamente por sus pares, en realidad por todos. Me pregunte por un instante si con mi hijo de seis años tenia el mismo fiato.
Termina la presentación y las gentes haciendo fila para sacarse fotos con los cabros, de hecho me dio un poco de risa la pose fotera del cien y el lulo, que con un gesto a lo mas rapero eran registrados por las cámaras, como recuerdo de su paso por ese lugar.
La verdad, no fue tan difícil como pensé, de hecho lo fácil de la tarea me llevo con mas confianza al próximo destino que era la población yungay, la misma entrada del isa, la misma ovación, las mismas fotos, esta vez entre mas canchero a la mesa de audio, el muchacho a cargo, parecía no entender mucho de perillas y se vio aliviado a mi llegada. A esa altura se incorporo al grupo, el tío del lulo (chino) y el Gustavo (papa), un choripan apaciguo el hambre que hacia y nos dirigimos entonces al destino final en la villa Canadá. Fuimos transportados por el pedro, chofer improvisado de quien claramente escribiré en otra oportunidad pues su fama al volante, a trascendido las fronteras de la legua, no por su profesionalidad si no mas bien por su capacidad de improvisar y su sentido de amo absoluto de la calle, cosa que merece una crónica completa aparte claro esta.
Ese día sábado, fue especial. En la villa sur, el ir y venir de los trenes, trajo infinidad de recuerdos a mi cabeza, de los viajes al sur con los papas, de las empanadas en la estación de chillan de los asientos infinitamente duros, que nos indicaban claramente quienes éramos, pues la comodidad del viaje estaba reservada para el poder del dinero.
En la población yungai también fue de nostalgia, cuantas pendejerias quedaron registradas en sus calles oscuras en tiempos de tinieblas impenetrables, donde nos creíamos la luz, que tiempos aquellos.
Son las cero horas con cincuenta y cinco minutos y estoy en extremo agotado por el periplo, pero infinitamente satisfecho de haber terminado la jornada sin novedad, saludo a mi compañera quien me esperaba como siempre, nunca le a importado la hora de llegada, solo me espera y cuando tiene esa seguridad, cierra sus ojos almendrados que tanto me encandilan y se embarca al reino de los sueños.
Me quede observando al nacho, largo rato, de dormir absolutamente desordenado, mientras mis ojos estaban centrados en su cara de niño, me volvía a preguntar si también tengo ese fiato como el lulo y el Isaac. Me preguntaba cuantos niños viven y se desarrollan sin papas, y al segundo me sentía bien saber que por lo menos el isa tiene al lulo y el nacho tiene por ahora a este agotado cuerpo llamado papa y que yo también tengo a mi papa y que el lulo al suyo y mi compañera a don nilo y la palomita al waldo. El cansancio me invita con tarjeta de gala al reposo, esta vez no hay tiempo de conversar con la almohada, tampoco sentidos para pensar en que estara el ratón hijo de puta que siempre invade la cocina y mordisquea algo. Simplemente duermo.
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